Excerpt
Inquebrantable andlt;link rel="stylesheet" type="text/css" href="../styles/9781476745435.css"andgt; andlt;h2 andgt;andlt;a id="ch01"andgt;andlt;/aandgt;andlt;a id="page_1"andgt;andlt;/aandgt;1andlt;/h2andgt; andlt;h2 andgt;and#191;No eres tand#250; la vieja de El Cinco?andlt;/h2andgt; andlt;BRandgt;Ahora estoy, entre luces hermosas,andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;mas cuando estaba sola,andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;sand#233; que Dios me cuidand#243;.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;and#8212;De and#171;Mariposa de Barrioand#187;andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Domingo 26 de enero de 1997.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;La noche comenzand#243; en El Farallon, un club popular en Lynwood, una ciudad en el condado de Los and#193;ngeles, California. El Farallon es donde uno va a pasar el rato con sus amigos y a perderse en la mand#250;sica, olvidand#225;ndose de todo por unas pocas horas. Ahand#237; fue donde conocand#237; a Juan Land#243;pez, mi segundo marido, despuand#233;s de que nuestras miradas se cruzaron en la pista de baile. Lo mand#225;s importante es que El Farallon era donde muchos cantantes del gand#233;nero regional mexicano iniciaron sus carreras. Y fue donde decidand#237; grabar el primer video musical de mi canciand#243;n and#171;La chacalosaand#187;.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Mi padre tenand#237;a una relaciand#243;n de negocios con Emilio Franco, el dueand#241;o de El Farallon. Franco nos dio permiso de grabar el video en andlt;a id="page_2"andgt;andlt;/aandgt;el club antes de que las puertas se abrieran a las 9:00 pm. Mi padre, conocido por muchos como Don Pedro Rivera, era uno de los productores mand#225;s reconocidos de mand#250;sica regional mexicana. Siempre haband#237;a sido mi mand#225;s grande apoyo, especialmente en esos tiempos cuando yo estaba luchando para darme a conocer. and#201;l tenand#237;a planes de comprar tiempo comercial en radio y televisiand#243;n para este video y promover and#171;La chacalosaand#187;.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;En ese entonces todavand#237;a no ganaba mucho dinero con mi mand#250;sica. No querand#237;an tocar mis canciones en la radio porque me negaba a ser la tand#237;pica cantante latina. Deberand#237;a haber sido mand#225;s joven, mand#225;s delgada, mand#225;s calladita, mand#225;s tranquila, mand#225;s tonta. En la comunidad latina, las cantantes femeninas tenand#237;an que ser hermosas y flacas, y su mand#250;sica sin sentido. Las cantantes latinas eran vistas, no escuchadas. Pero yo no era una belleza. Decand#237;an que era gorda y que no podand#237;a cantar. Cantaba corridos pesados, and#161;con ovarios!, y creo que esto intimidaba a los hombres. No haband#237;a ninguna otra mujer cantando corridos. and#161;Era lo mismo a una mujer rapeando! Decand#237;an que las mujeres no and#233;ramos lo suficientemente fuertes o autand#233;nticas para cantar sobre el mundo peligroso de los narcotraficantes. La gente en la industria tratand#243; de hacerme cambiar. and#171;Si quieres tener and#233;xito en este gand#233;neroand#187;, me dijeron, and#171;tienes que hacer esto y lo otroand#187;. Un montand#243;n de mujeres se dejaban coger para que su mand#250;sica fuera tocada en la radio. and#161;A la chingada con eso! Yo no lo harand#237;a. Querand#237;a triunfar a base de mi talento o no triunfar en absoluto.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;En el tiempo en que estuvimos grabando el video de and#171;La Chacalosaand#187;, yo trabajaba como agente de bienes raand#237;ces para mantener a mis tres hijos y a mand#237;. La mand#250;sica era algo secundario. Juan Land#243;pez, el hombre con el que mand#225;s tarde me casand#233;, estaba cumpliendo una pena de prisiand#243;n de siete meses despuand#233;s de ser acusado de contrabando de inmigrantes. Lo iban a dejar libre en tres semanas. Ya que yo no querand#237;a ir sola, mi hermana Rosie y su amiga Gladyz me acompaand#241;aban cuando saland#237;a andlt;a id="page_3"andgt;andlt;/aandgt;por la noche a algand#250;n concierto de mand#250;sica. Esa noche se sentaron en el club, que estaba casi vacand#237;o, viand#233;ndome hacer varias tomas de la canciand#243;n. Pensand#233; que and#237;bamos a terminar a las nueve, pero acabamos de grabar hacia las nueve y media. Los clientes empezaban a llegar a la barra. Antes de irnos pasand#233; al baand#241;o. En cuanto saland#237; de ahand#237;, un hombre me agarrand#243; del brazo derecho para que le prestara atenciand#243;n.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;and#8212;and#191;No eres tand#250; la vieja de El Cinco? and#8212;dijo. El Cinco era el apodo de Juan. Hacia hoy en dand#237;a aand#250;n puedo recordar claramente haber mirado los ojos verdes de ese gand#252;ey mientras me jaloneaba del brazo. Me estaba haciendo encabronar y lo saband#237;a.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;and#8212;and#161;Dand#233;jame en paz, cabrand#243;n! and#8212;le dije mientras me alejaba, preguntand#225;ndome cand#243;mo era que and#233;l conocand#237;a a Juan y por quand#233; le importaba si yo era su mujer.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Recogand#237; mis cosas y saland#237; del club con Rosie y Gladyz. Tenand#237;a un poco de prisa ya que ellas estaban en la prepa y era entre semana. Querand#237;a llevarlas a casa lo mand#225;s pronto posible para evitar problemas y para que siguieran dejand#225;ndolas salir conmigo. Yo tenand#237;a pocos amigos, sobre todo porque Juan los asustaba con su pinche mal humor y sus majaderand#237;as. Ahora que estaba en la cand#225;rcel, yo andaba sola. Pasar el rato con las muchachas era divertido y me ayudaba a distraerme hasta que lo dejaron salir del bote.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Primero dejand#233; a Gladyz en su casa en la avenida Walnut en la ciudad de North Long Beach y luego dejand#233; a Rosie en casa de nuestros padres en Ellis Street, a pocas cuadras de distancia. Eran las 10:30 pm, asand#237; que nos salvamos del regaand#241;o. Una vez que me asegurand#233; de que Rosie hubiera entrado, le suband#237; el volumen a la mand#250;sica y me dirigand#237; a casa. Yo vivand#237;a en la hermosa and#8212;y adornada de pandillasand#8212;ciudad de Compton. Como trabajaba de agente de bienes raand#237;ces, haband#237;a invertido en una casa alland#237; y decidand#237; vivir en ella por un tiempo. No era el mejor barrio, pero yo estaba feliz de tener mi propio hogar. Ya me andaba por llegar a mi cama esa noche. Estaba cantando con andlt;a id="page_4"andgt;andlt;/aandgt;mi cassette favorito, 15 and#201;xitos de Marisela, mientras conducand#237;a por la autopista 91 oeste.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Cuando volteand#233; a la derecha en la avenida Central, el carro detrand#225;s de mand#237; me echand#243; las luces. Mientras mand#225;s se acercaba yo reducand#237;a la velocidad para ver si saband#237;a quiand#233;n era. No reconocand#237;a el pequeand#241;o carro deportivo de color blanco y no lograba ver quiand#233;n manejaba. El conductor encendiand#243; sus luces otra vez. and#191;Quand#233; chingados? and#191;Acaso estaba manejando demasiado lento? and#191;O se me haband#237;a olvidado poner la pinche seand#241;al? De repente, el carro acelerand#243; al lado de mi Ford Explorer verde, con la clara intenciand#243;n de sacarme de la carretera. Fue entonces cuando me di cuenta de que no sand#243;lo una, sino tres personas estaban en el carro, y empecand#233; a asustarme. Acelerand#233;, con la esperanza de que sand#243;lo me estuvieran vacilando. No lo estaban, manejaban detrand#225;s de mand#237; y luego aceleraban y trataban de sacarme del carril para que me estrellara contra los carros estacionados en la avenida Central. and#171;and#161;Chingado! and#191;Quand#233; voy a hacer ahora?and#187;, me dije.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Me acercaba a mi casa en la avenida Keene y no querand#237;a que ellos supieran dand#243;nde vivand#237;a. Ya que Juan estaba preso, yo estaba sola con mis tres niand#241;os. Nuestra casa haband#237;a sido robada apenas dos meses antes y se haband#237;an llevado todo. Asand#237; fue como los vecinos se dieron cuenta de que mi pinche hombre estaba en la cand#225;rcel y no estaba ahand#237; para protegernos. Todo esto pasaba por mi mente mientras daba vueltas a la cuadra, rogando que esos gand#252;eyes desaparecieran mand#225;gicamente. Todo mi cuerpo estaba temblando. Por and#250;ltimo, me detuve cerca de mi casa, aunque no frente a ella. and#171;A lo mejor ya se larganand#187;, me decand#237;a a mand#237; misma. and#161;Quand#233; mensa!andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;El carro se detuvo detrand#225;s de mand#237; y pude ver que los hombres estaban listos para salir. No supe quand#233; hacer y el miedo se apoderand#243; de mand#237;. Decidand#237; que iba a huir. Me echarand#237;a a correr lo mand#225;s rand#225;pido que pudiera, asand#237; como mis hermanos me enseand#241;aron cuando and#233;ramos niand#241;os y jugand#225;bamos al beisbol.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;andlt;a id="page_5"andgt;andlt;/aandgt;Abrand#237; la puerta del carro y me echand#233; a correr con mis zapatos de tacand#243;n alto, gritando a todo pulmand#243;n. No mirand#233; hacia atrand#225;s. Podand#237;a oand#237;r sus botas corriendo detrand#225;s de mand#237;. Corrand#237;, gritand#233; mand#225;s fuerte. Llorand#233;. Orand#233; para que alguien me escuchara. Si lo hicieron, nadie vino a mi rescate. Sus pasos casi estaban sobre mand#237;. Mis tacones no me dejaban correr. De repente, sentand#237; brazos fuertes agarrand#225;ndome. and#161;Me haband#237;an atrapado! Tratand#233; de luchar. Les di una patada y gritand#233;. No me iba a dejar asand#237; de fand#225;cil. Yo era la perra brava de Long Beach, la Rivera rebelde que nunca perdiand#243; una pelea.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Pero eran tres contra una. Uno de ellos se haband#237;a quedado en el carro. Otro me tapand#243; la boca con su mano enorme. El otro me arrastrand#243; por las greand#241;as, jaland#225;ndome por los brazos. Me echaron en el carro. Fue entonces cuando vi esos ojos verdes de nuevo. El mentand#243;n prominente. El cabrand#243;n del club.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Me violand#243; en el asiento de atrand#225;s. Una y otra vez repitiand#243; las palabras que le haband#237;a dicho en el club: and#171;Dand#233;jame en paz, cabrand#243;n. Dand#233;jame en paz, cabrand#243;nand#187;. Se burlaba de mand#237; en tanto me violaba. Mientras las land#225;grimas corrand#237;an por mi rostro, decidand#237; no luchar mand#225;s. Pensaba en mis hijos, tenand#237;a mucho miedo de que me fueran a matar y se quedaran sin mamand#225;. Tal vez esos gand#252;eyes me dejarand#237;an vivir si me and#171;comportabaand#187;. Sentand#237; cand#243;mo poco a poco me estaba dejando vencer. Podand#237;a sentir cand#243;mo la fuerza abandonaba mi cuerpo y mi mente. Tenand#237;a miedo de que fueran a tomar turnos pero en cuanto el hombre terminand#243;, le dijo a su amigo:andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;and#8212;Saca a esta puta de mi carro.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;En silencio, al estrellarme contra la acera, le di gracias a Dios cuando me di cuenta de que ya se haband#237;a acabado esa pesadilla. Pero el daand#241;o estaba hecho.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;Me sentand#233; en el banquete, entumecida. No podand#237;a llorar. Me sentand#237; aliviada por el simple hecho de estar viva.andlt;BRandgt; andlt;BRandgt;En ese momento jurand#233; que nunca le contarand#237;a a nadie de esta vergand#252;enza. andlt;a id="page_6"andgt;andlt;/aandgt;Dicen que cuando tienes un secreto te come por dentro, pero pensand#233; que era mejor asand#237;. Querand#237;a parecer fuerte delante de mis hijos y mi familia. No querand#237;a que nadie supiera de mi pena, y querand#237;a mantener mi identidad como Jenni, la Rivera rebelde que nunca haband#237;a perdido una pelea. Pero en mis adentros saband#237;a que haband#237;a perdido un pedazo de mand#237; misma que nunca recuperarand#237;a. Mi alma se haband#237;a roto, pero tenand#237;a que hacer frente al mundo como se me haband#237;a enseand#241;ado desde que era una niand#241;a: mantuve mi cabeza bien alta y seguand#237; adelante. Era yo, despuand#233;s de todo, una Rivera.