¿Cómo usar esta guía?Puedes comparar este folleto con una visita a un parque nacional. El parque es tan grande que bien podrías llevarte meses, inclusive años, para conocerlo verdaderamente a fondo. Sin embargo, una breve visita bien vale la pena cuando se planea cuidadosamente. En unas cuántas horas podrás manejar a lo largo y ancho del parque, y así escoger algunos sitios que sean de tu interés. En cada parada podrás bajar del carro, y caminar un poco por el bosque, escuchar el murmullo del viento entre los árboles, y disfrutar profundamente el lugar en que te encuentras.
En este folleto viajaremos a través de una pequeña parte de la Biblia, leyendo seis trozos del relato de la muerte y resurrección de Jesús presentadas según el evangelio de Mateo. Dado que la lectura solamente comprenderá tres capítulos del evangelio de Mateo, seremos capaces de realizar un viaje placentero a través de los pasajes escogidos, reflexionando cuidadosamente en lo que vamos leyendo y en lo que actualmente significa para nuestra vida. La sección de Mateo que analizaremos de cerca nos dará una gran oportunidad de reflexionar ya que en estos tres capítulos Mateo narra los eventos culminantes de la vida de Jesús.
Esta guía provee todo lo que necesitas para explorar las lecturas del evangelio de Mateo, en seis sesiones de diálogo grupal o en seis partes, si lo exploras tú solo. La introducción de la página 7, te preparará para entender la mayor parte de la lectura. Las secciones semanales presentan explicaciones que resaltan lo que estas palabras significan hoy para nosotros. Igualmente importante es cada sesión donde se te ofrecen preguntas que te llevarán a un diálogo abierto y fructífero, y que ayudarán tanto a la persona como al grupo a explorar por sí mismos el evangelio, para luego aprender uno de otro. Si lo estás haciendo por tu propia cuenta, las preguntas te llevarán a la reflexión personal.
Cada uno de los diálogos ha sido planeado para ser un descubrimiento guiado.
Guiado. Ninguno de nosotros está equipado para leer la Biblia sin ayuda. Leemos la Biblia para nosotros, no por nosotros. La Sagrada Escritura se escribió para ser entendida y aplicada en y con la Iglesia. Asimismo, cada semana “Una guía para la lectura”, provee un contexto histórico–cultural y algunas explicaciones extraídas de las investigaciones realizadas por los biblistas contemporáneos y por los escritores cristianos del pasado. Esta guía te ayudará a tener una idea clara del mensaje del evangelio de Mateo. Tómalo como si fuese un guía turístico amable que te hará saber los detalles importantes del parque y te explicará un poco más lo que estás viendo para que puedas apreciar las cosas por ti mismo.
Descubrimiento. El propósito de este libro es que interactúes con el relato de Mateo de la muerte y resurrección de Jesús. “Preguntas para un estudio cuidadoso del texto” es una herramienta que te ayudará a profundizar en el texto y a examinarlo cuidadosamente. Las “Preguntas para la vida” te ayudarán a considerar lo que estas palabras significan en el aquí y ahora de tu vida. Cada semana concluye con una sección “Orando con la Escritura” que te ayuda a responder a la Palabra de Dios. Además, se añaden algunas secciones suplementarias: “Una tradición viva” y “Santos en nuestro medio ambiente” que te ofrecen pensamientos y experiencias de cristianos del presente y del pasado con el fin de enseñarte lo que el Evangelio ha significado para otros —para que así puedas considerar lo que puede significar para ti.
¿Cuánto deben durar las sesiones de diálogo? Asumimos que sus reuniones semanales serán de una hora y media. Si no cuentan con todo ese tiempo, podrán ver que la mayoría de los elementos pueden abreviarse de alguna manera.
¿Se necesita hacer alguna tarea? Obtendrán un mejor provecho de los diálogos grupales si leen el material correspondiente antes de la reunión. En caso de que los participantes no puedan prepararse, pidan a alguno de los participantes que lea en voz alta las secciones “Guía para la lectura” en el momento correspondiente.
¿Quién dirige? Si por alguna casualidad tienen en su grupo de diálogo a un biblista renombrado, por favor, pídanle que él o ella conduzcan la reunión. En su defecto, o en ausencia de un biblista principiante, ¡aun así ustedes pueden tener un diálogo bíblico de primera clase! Elijan a 2 ó 3 personas para que sean los facilitadores, y pidan a cada participante que lea “Sugerencias para el diálogo bíblico grupal” antes que comience la reunión. (Página 90)
¿Necesitan una guía? ¿Una Biblia? Cada participante necesitará una copia de este libro. Éste contiene el texto de las partes del evangelio que son discutidas, de esta manera la Biblia no es absolutamente necesaria –sin embargo, será de muchísima ayuda que cada uno de los participantes tenga una a la mano. Por lo menos, el grupo debe contar con una Biblia en cada reunión. (Vean la página 94 para las recomendaciones).
¿Cómo iniciar? Antes de que comiencen, den un vistazo a las sugerencias para los diálogos y la reflexión individual que son parte de cada sesión (página 93), así como a las versiones bíblicas que sugiere el traductor (página 94).
El misterio del sufrimiento de Jesús
Existen pocas historias tan conocidas para nosotros los cristianos como los relatos evangélicos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús de Nazaret. Los cuatro evangelios nos refieren prácticamente el mismo acontecimiento. Luego de un ministerio público inspirador y tumultuoso, Jesús y sus discípulos subieron a Jerusalén con ocasión de la fiesta pascual. Luego de celebrar la Última Cena con sus seguidores más cercanos, Jesús fue arrestado en un huerto de olivos, al otro lado de las murallas de la ciudad. Sus discípulos atemorizados lo abandonaron. Luego de que las autoridades civiles y religiosas interrogaron a Jesús, colaboraron entre sí para quitarlo de en medio. Fue azotado, y luego ejecutado en la cruz y sepultado. Algunos días mas tarde (al tercer día, según un antiguo cálculo), sus seguidores lo vieron otra vez vivo.
A partir de esos eventos nació la fe cristiana. Desde los primeros tiempos, los cristianos han creído que a través del sufrimiento y la muerte de Jesús, Dios ha traído los dones más grandes que la humanidad pudiera esperar: la victoria sobre la muerte y el pecado. No obstante, la familiaridad que tenemos con los hechos, la historia del sufrimiento, la muerte, y resurrección de Jesús es también un gran misterio. Estos eventos impresionaron en su momento a los seguidores de Jesús, y gracias a todas sus indicaciones, continuaron sorprendiendo y confundiendo a los miembros de la joven Iglesia cristiana que había nacido con la efusión del Espíritu Santo en Pentecostés. Los cuatro evangelios fueron escritos para explicar el significado de Jesús para estos primeros cristianos, de manera especial intentaban responder a las preguntas relativas a los últimos días de Jesús. ¿Por qué murió? ¿Qué significa decir que resucitó de entre los muertos? ¿De qué manera estos hechos cambian nuestra manera de vivir y la actitud que tenemos ante el futuro?
Podemos responder estas preguntas en la actualidad. Podemos ser los herederos de dos mil años de reflexión teológica sobre el significado del sufrimiento, muerte y resurrección, pero difícilmente podremos conocer todo lo que se puede saber acerca de los mismos. Son hechos históricos, pero su significado es infinitamente rico e inagotable. Los relatos evangélicos de la Pasión (un término tradicional para referirse al sufrimiento y la muerte de Jesús), fueron escritos para personas muy distintas a nosotros en cuanto a la cultura, lenguaje y trasfondo religioso. Necesitamos conocer el significado de la pasión y resurrección de Jesús como ellos lo entendieron. Esos relatos también son escritos para nosotros.
En este libro, examinaremos el relato de la pasión y resurrección de Jesús en los capítulos 26–28 del evangelio de Mateo. Pondremos un cuidado especial al explorar el significado de esos textos en nuestra vida actual. Mateo describe la obra central de Jesús que viene a vivir en medio de nosotros. Su relato, como cualquier otro texto de la Escritura, tiene el potencial necesario para cambiar nuestra manera de vivir.
Mateo y su auditorio. Una tradición antigua asocia el evangelio que leeremos con Mateo, uno de los doce apóstoles de Jesús (Mateo 9:9 —las citas de la Escritura en este libro se refieren al evangelio de Mateo a menos que se diga otra cosa). La mayoría de los estudiosos piensan que el evangelio de Mateo es obra de un autor posterior que se basó en tradiciones orales y escritas que provenían de los primeros seguidores de Jesús. Indistintamente de quién haya sido el autor original, probablemente completó su evangelio entre los años 70 y 90 d. C.
Mateo parece haber escrito su evangelio para una comunidad mayoritariamente judeocristiana. Podemos deducir esto de la atención que dedica a mostrar cómo Jesús dio cumplimiento a las profecías contenidas en las Escrituras del pueblo judío (los escritos que los cristianos llamamos el Antiguo Testamento).
Al mismo tiempo, los lectores del evangelio de Mateo, estaban interesados en tratar de evangelizar a los gentiles. Una muestra de esto es el énfasis que Mateo pone en decirnos que los gentiles reconocen la identidad de Jesús. En la cruz, un oficial militar romano, un centurión, se encuentra en medio de aquellos que reconocen que Jesús es el Hijo de Dios. Otra persona que no era judía (de ahí el término gentil que engloba a quienes no pertenecían al pueblo judío) —la esposa de Pilatos recibe una visión particular de Jesús a través de un sueño. Al final del evangelio, Jesús se dirige expresamente a sus discípulos para que lleven la buena nueva del reino de Dios no solamente al pueblo de Israel, sino al mundo entero.
El evangelio de Mateo fue escrito para explicar a Jesús ante este auditorio. Al igual que los otros tres evangelios, éste no es una historia en el sentido moderno. Está enraizado en la historia, en el testimonio de unos testigos oculares, pero su intención no es relatar simplemente los eventos. Más bien, Mateo escribe con la intención de revelar el significado de los eventos. Escribió para ayudarnos a percibir quién es realmente Jesús y qué hizo por nosotros —y para ayudarnos a responderle.
El ambiente. Los eventos del relato de la Pasión en Mateo tienen lugar alrededor de Jerusalén. En ese tiempo la ciudad podía haber tenido entre 50,000 ó 100,000 habitantes. Jesús llegó a Jerusalén a través de Betania, un pueblo situado cerca de dos kilómetros y medio al oriente de la capital. Los siguientes eventos tuvieron lugar en un reducido espacio que no pasaba de los 2.5 kilómetros cuadrados.
Los eventos de la pasión de Jesús tuvieron lugar alrededor del año 30, y tuvieron como trasfondo la fiesta judía de la Pascua. Los escritores evangélicos consideraron que eso no era un accidente, y que Jesús celebró su comida final y que encontró su muerte en medio de esta celebración de la liberación de Dios a los israelitas.
Las raíces de la fiesta de Pascua—o como se le conocía en tiempo de Jesús, la Fiesta de los Panes sin levadura (26:17) se encuentran en el Antiguo Testamento, en el libro del Éxodo (ver específicamente el capítulo 12). La fiesta celebra la liberación de los israelitas de la esclavitud egipcia por el poder milagroso de Dios. Dios llamó a Moisés a conducir a los israelitas a la libertad, la cual se consiguió después de una serie de plagas que convencieron al rey de Egipto para que dejara salir a los israelitas. La última plaga, la muerte de los primogénitos egipcios, tuvo lugar la noche anterior al día en que permitieron a los israelitas salir de Egipto. En esa noche, colocaron la sangre de un cordero sobre los dinteles y los postes de las puertas de sus casas, para que el ángel de la muerte pasara por encima de sus casas, dejando con vida a sus primogénitos. Mientras compartían una cena, en la que sobresalían los panes sin levadura, porque no había tiempo para cocerlos, lo cual encajaba bien con los preparativos apresurados de la partida.
En los siglos posteriores, el pueblo judío recordó esa noche por medio de la celebración de la fiesta de Pascua. En la comida pascual, durante la primera noche de una fiesta que duraba siete días, relataban la historia de su liberación por medio de la mano poderosa de Dios y reafirmaban su participación en esa liberación. Esa tarde, cuando comenzaba la celebración, grupos de familias y amigos se reunían para comer la cena, los panes sin levadura y las hierbas amargas, y para beber una serie de copas de vino, que acompañaban con algunas bendiciones.
Jesús convirtió esta cena pascual en su última comida con sus discípulos. Mientras comían, aprovechó la comida pascual para explicar el significado de su muerte como un sacrificio que liberaría al pueblo del pecado y establecería una nueva alianza, entre Dios y los seres humanos. Él estableció esa comida como una celebración de su nuevo sacrificio y su nueva alianza. Al continuar celebrando esta comida después de su muerte y resurrección, sus discípulos experimentarían el poder de Dios, que los libraría de la esclavitud del pecado y la muerte, y que se renovaría en esta nueva alianza. Cada vez que compartimos la Eucaristía —actualización de esa Última Cena y de la muerte de Jesús— comemos el cuerpo y sangre de Cristo y recibimos el perdón, la curación y el amor vivificante que se nos da a través de la muerte y resurrección de Jesús.
El grupo de personajes. Los personajes que aparecen en el relato de la pasión de Mateo son Jesús y sus apóstoles. Durante su ministerio, Jesús llamó a sus discípulos a que lo siguieran, escogió a doce en particular (llamados apóstoles —“los que son enviados”) para que recibieran su enseñanza de primera mano y para que continuaran su ministerio después de su muerte. Mateo nos dice que los apóstoles respondieron de inmediato al llamado de Jesús, pero que la jornada a partir de ese momento no fue algo sencillo. Parecían ser particularmente reacios a la instrucción continua, según la cual, ser discípulo incluye sufrimiento, y aceptar que su propia vida terminaría a manos de los otros.
Mientras que los apóstoles habían seguido fielmente a Jesús durante su ministerio, justo al momento que entra a Jerusalén, todavía no han comprendido completamente sus palabras y acciones. El resultado de su incapacidad de comprender se hace evidente en nuestras lecturas. Cuando Jesús inicia su pasión, los discípulos titubean y se apartan de él, dándonos una gran oportunidad de reflexionar en nuestro discipulado cristiano.
Además de Jesús y los apóstoles, los líderes judíos y romanos pueblan el relato de la Pasión de Mateo. Caifás era el Sumo Sacerdote del templo de Jerusalén, el centro religioso del judaísmo. Él se mantuvo en su cargo del 18 al 36 d. C. El Sumo sacerdote era quien presidía el Sanedrín, el consejo que gobernaba el templo en Jerusalén, bajo la autoridad romana. Este cuerpo de ancianos funcionaba como una corte, no obstante, muchos estudiosos creen que no podía imponer la pena de muerte. El Sanedrín era una autoridad importante en Jerusalén, aun cuando no reflejaba la opinión de todos los judíos, ni siquiera de todos los residentes en Jerusalén. Los miembros del Sanedrín tenían su propia agenda, la cual también incluía el cuidado de sus intereses, a fin de continuar aprovechando sus buenas relaciones con el régimen romano. Esto contribuyó en su decisión de arrestar a Jesús y de buscar ejecutarlo (ver página 87).
Poncio Pilato el gobernador romano, o más precisamente, el prefecto de la región, había sido designado el año 26 d.C., como el más alto representante del régimen romano, disponía del poder sobre la vida y la muerte de los habitantes. Pilato chocó frecuentemente con sus súbditos judíos. Introdujo imágenes ofensivas del emperador en Jerusalén y tomó dinero del tesoro del templo para pagar la construcción de un acueducto. Se le recuerda como alguien cruel e insensible, aunque los historiadores antiguos relatan que cuando estaba amenazado por un disturbio, podía echar atrás una decisión.
¿Quién es Jesús? El evangelio de Mateo pretendía resolver el problema de la confusión y el malentendido acerca de la identidad y la misión de Jesús. En su tiempo, ni siquiera los discípulos, que estaban más próximos a él, comprendieron quién era y qué misión venía a cumplir. Las masas del pueblo judío no estaban mejor iluminadas. En el tiempo de Jesús, las expectativas más extendidas entre el pueblo judío, afirmaban que en cierto momento, Dios enviaría un Mesías, un rey salvador, que liberaría a los israelitas de la dominación romana. Esperaban un Mesías que tuviera una función política y a la vez religiosa. Sin embargo, Jesús no se involucró a sí mismo en la vida política. Habló de un reino, que aunque estaría interesado en la vida de este mundo, no era un reino nacional, definido por límites geográficos o instituciones políticas.
Mateo presenta a Jesús como el Mesías que superó todas las expectativas. Es un salvador en un sentido más amplio, profundo y espiritual de lo que esperaban. Él es el Hijo de Dios. A través de él, la reconciliación y salvación de Dios han llegado en medio de los hombres y las mujeres —y no solo para Israel, sino para el mundo entero. Jesús, es en verdad, “Emmanuel” o “Dios con nosotros” (1:23).
No obstante, Jesús cumple plenamente las promesas de Dios al pueblo de Israel. A pesar de lo inesperado de su muerte y su ministerio, Jesús es el punto culminante de la acción salvadora de Dios, un Dios que comenzó mucho antes, desde el tiempo del Éxodo, y todavía antes, con Abrahán. En lo que respecta a este punto, Mateo raramente desaprovecha la oportunidad de llamar nuestra atención sobre cómo un evento en la vida de Jesús fue profetizado cientos de años atrás. Lo hace no sólo para mostrar que Jesús es el Mesías, sino también para ayudarnos a comprender qué clase de Mesías es.
En este libro examinaremos dos ejemplos importantes del uso que Mateo hace del Antiguo Testamento: las referencias de Mateo a Isaías 52–53 y al Salmo 22.
Los capítulos 40–55 de Isaías fueron escritos probablemente durante el siglo sexto antes de Cristo, cuando muchos israelitas habían sido derrotados en la guerra, y estaban exiliados en Babilonia (el actual Iraq). Dentro de esos capítulos encontramos la descripción de un “siervo” de Dios que sufre enormemente y a través de ese sufrimiento, viene la reconciliación para Israel. En los siglos anteriores a Jesús, el pueblo judío no había conectado a esta figura sufriente con el Mesías esperado. Sin embargo, Mateo nos llama la atención e identifica plenamente a Jesús con este “siervo sufriente”.
Mateo realiza algo parecido al citar los versos del salmo 22 que Jesús oró mientras moría en la cruz. El Salmo 22 es una oración que una persona afligida por un gran dolor ofrece a Dios. Esta oración describe el sufrimiento cruel a manos de sus torturadores y el aparente abandono de Dios. A pesar de esto, la oración también expresa una fuerte confianza en Dios y en su poder salvador.
Estos pasajes de Isaías y del Salmo 22 sugieren que el sufrimiento no es necesariamente un signo del disgusto de Dios y que, en verdad, Dios puede traer grandes bienes a través del sufrimiento. Estos pasajes ayudaron a la comunidad de Mateo a comprender cuál era la función del sufrimiento de Jesús en el plan de Dios y fueron un lente importante a través del cual Mateo vio el sufrimiento de Jesús.
Este lente es tan útil para los lectores modernos como lo fue para aquellos que reflexionaron en la muerte de Jesús hace dos mil años. La visión de Jesús sufriendo en la cruz puede todavía confundirnos y sorprendernos. También nosotros podemos preocuparnos al ver cómo Dios lleva a cabo su obra sin suprimir el sufrimiento humano. Las preguntas que Mateo busca responder no son solamente las del primer siglo, sino también las del siglo veintiuno. Primera semana
El tiempo se acerca
Preguntas para comenzar
15 minutos
Dialoguen acerca de una pregunta o dos como preparación a la lectura.
1 ¿Para cuál celebración estarías dispuesto a gastar una buena cantidad de tiempo y dinero?
2 ¿Qué haces cuando ocurre un incidente incómodo en una reunión social?
- Oro en silencio para que el momento transcurra con rapidez.
- Creo alguna distracción, derramando una bebida.
- Cambio de tema.
- Trato de ayudar a que la tensión disminuya.
- Me dirijo hacia la puerta.
Abriendo la Biblia5 minutos
Lee el pasaje en voz alta. Invita a los asistentes a que tomen su turno según los párrafos del texto.
Lectura: Mateo 26:1–35El Hijo del Hombre será entregado
1 Cuando terminó Jesús este discurso, dijo a sus discípulos: 2 Ya saben que dentro de dos días se celebra la fiesta de la pascua, y el Hijo del hombre será entregado para que lo crucifiquen. 3 Entonces se reunieron los jefes de los sacerdotes y los ancianos del pueblo en el palacio de Caifás, que era el sumo sacerdote, 4 y acordaron en consejo arrestar a Jesús con engaño y darle muerte. 5 Pero decían: “Durante la fiesta no, pues podría amotinarse el pueblo”.
¿Por qué este derroche?
6 Se encontraba Jesús en Betania, en casa de Simón el leproso, 7 cuando se acercó a él una mujer con un frasco de alabastro lleno de un perfume muy caro, y lo derramó sobre la cabeza de Jesús mientras estaba sentado a la mesa. 8 Al ver esto, los discípulos se indignaron y decían: —¿A qué se debe semejante derroche? 9 Podía haberse vendido en un buen precio y haber dado el dinero a los pobres. 10 Jesús se dio cuenta y les dijo: ¿Por qué apenan a esta mujer? Ha hecho una buena obra conmigo. 11 A los pobres los tienen siempre con ustedes, pero a mí no me tendrán siempre. 12 Y al derramar ella este perfume sobre mi cuerpo, se ha anticipado a preparar mi sepultura. 13 Les aseguro que en cualquier parte del mundo en que se anuncie esta buena noticia, será recordada esta mujer y lo que ha hecho.
¿Qué me darán?
14 Entonces uno de los Doce, el llamado Judas Iscariote, fue a ver a los jefes de los sacerdotes, y 15 les dijo: —¿Qué me dan si les entrego a Jesús? Ellos le ofrecieron treinta monedas de plata. 16 Y desde ese momento buscaba una oportunidad para entregarlo.
¿A caso soy yo?
17 El primer día de los panes sin levadura se acercaron los discípulos a Jesús y le preguntaron: —¿Dónde quieres que te preparemos la cena de Pascua? 18 Él contestó: —Vayan a la ciudad, a casa de Fulano, y díganle: “El Maestro dice: se acerca el momento, y quiero celebrar la pascua en tu casa con mis discípulos”. 19 Ellos hicieron lo que Jesús les había mandado y prepararon la cena de pascua.
20 Al anochecer, se puso a la mesa con los Doce, 21 y mientras cenaban les dijo: —Les aseguro que uno de ustedes me va a entregar. 22 Muy entristecidos, se pusieron a decirle uno por uno: —¿Acaso soy yo, Señor? 23 Jesús respondió: —El que come en el mismo plato que yo, ése me entregará. 24 El Hijo del hombre se va, tal como está escrito de él, pero ¡ay de aquél que entrega al Hijo del hombre! ¡Más le valdría a ese hombre no haber nacido! 25 Entonces preguntó Judas, el traidor: —¿Soy yo acaso, Maestro? Y Jesús le respondió: —Tú lo has dicho.
Tomen y coman
26 Durante la cena, Jesús tomó pan, pronunció la bendición, lo partió y dándolo a sus discípulos, dijo. Tomen y coman, esto es mi cuerpo. 27 Tomó luego un cáliz y, después de dar gracias, lo dio a sus discípulos diciendo: —Beban todos de él, 28 porque ésta es mi sangre, la sangre de la alianza, que se derrama por todos para el perdón de los pecados. 29 les digo que a partir de ahora no beberé más de este fruto de la vida hasta el día aquel en que beba con ustedes un vino nuevo en el reino de mi Padre. 30 Y después de cantar los himnos, salieron hacia el Monte de los Olivos.
Tú me negarás
31 Entonces Jesús les dijo: “Esta noche seré ocasión de tropiezo para todos ustedes, porque está escrito: Heriré al pastor, y se dispersarán las ovejas del rebaño. 32 Pero después de resucitar, me encontraré de nuevo con ustedes en Galilea. 33 Pedro le respondió: —Aunque seas ocasión de tropiezo para todos, no lo serás para mí. 34 Jesús le dijo. —Te aseguro que esta misma noche, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces. 35 Pedro le contestó: Aunque tenga que morir contigo, jamás te negaré. Y lo mismo dijeron todos los discípulos.
Preguntas para un estudio cuidadoso del texto
10 minutos
Escojan las preguntas de acuerdo a su tiempo e interés.
1 Relee 26:5. ¿Por qué el arresto de Jesús podría suscitar una revuelta? ¿Por qué querían los líderes religiosos evitar esa posibilidad?
2 Relee los comentarios de Jesús y de sus discípulos en relación a que la mujer utiliza un perfume costoso para ungirlo (26:8–13). ¿Por qué Jesús y los discípulos valoran de manera diferente la acción de la mujer?
3 ¿Cómo hacía Jesús para conocer tan bien a sus discípulos? Cita las declaraciones particulares de Jesús, ¿cómo crees que se sintieron los discípulos al saber lo bien que los conocía Jesús?
4 ¿Te deja este pasaje la impresión de que Jesús fue una víctima de los acontecimientos? ¿Por qué sí o por qué no?
Una guía de lectura
Si los participantes aún no han leído esta sección, léanla en voz alta. De lo contrario, vayan directamente a las “Preguntas para
la vida”.
26:1–35: Dos cosas son claras: Jesús es totalmente consciente de los horribles eventos que están a punto de cumplirse, y esos eventos están conectados con la interacción de Dios con el pueblo de Israel en el pasado. Jesús predice que será traicionado durante la Pascua (26:2), indicándonos así que lo que ocurrirá no será una sorpresa para él y que de una manera un tanto misteriosa, los eventos que seguirán, serán una continuación de lo que Dios hizo por su pueblo, cuando los sacó de la esclavitud de Egipto, y de cuando hizo con ellos una alianza en el desierto del Sinaí.
En un primer momento, los líderes religiosos habían determinado evitar el arresto de Jesús, durante la fiesta de Pascua, cuando Jerusalén estaba llena de peregrinos. Muchas personas de entre la multitud estarían esperando que Jesús fuera el Mesías liberador. Su conciencia de una liberación anticipada de los romanos podría despertarse especialmente a través de la celebración pascual, la cual traía un recuerdo de la liberación que Dios había hecho en Egipto a favor de sus antepasados. En esa situación, el arresto de Jesús podría provocar disturbios públicos —disturbios que las autoridades romanas esperaban que contuvieran las autoridades del templo, o en su defecto, ellos lo harían.
Emerge una paradoja trágica: los líderes religiosos están tramando arrestar a quien viene como el Mesías que trae la libertad de la esclavitud del pecado y de la muerte. Ellos terminarán arrestándolo durante la misma fiesta que celebraba la liberación del pueblo de la esclavitud.
Durante una cena en una casa en Betania, una aldea en las afueras de Jerusalén, una mujer unge a Jesús con un aceite perfumado. La unción era una expresión de honor; era también una acción asociada con la sepultura en la tradición judía. Mientras los discípulos se irritan por lo costoso del perfume, Jesús se confronta con la dura realidad de su próxima muerte. Él les había hablado en repetidas ocasiones del sufrimiento que le aguardaba en Jerusalén (16:21; 17:22–23; 20:18–19), no obstante, ellos al parecer, no habían entendido nada. ¿Esta mujer entiende lo que los discípulos de Jesús no comprenden —que su muerte es inminente?
Los líderes religiosos deciden abandonar su plan de dejar libre a Jesús durante la Pascua, cuando aparece repentinamente Judas, quien se ofrece a facilitar el arresto de Jesús. Las treinta monedas de plata podrían sonar como una suma considerable, pero los lectores del evangelio de Mateo habrían sabido que no lo era. De hecho, es una valuación injuriosa. En Éxodo 21:32, al propietario de un buey que corneara a un esclavo se le ordenaba pagar esta suma, como compensación para el propietario del esclavo.
Mientras tanto, Jesús continúa tranquilamente con sus planes para la Pascua. Los discípulos son enviados a Jerusalén para que realicen los preparativos que previamente había dispuesto. Sus preparativos durante la tarde incluirían conseguirse un cordero o un cabrito, llevarlo al templo para el sacrificio, y asegurarse que la casa estuviera libre de levadura para la fiesta.
La comida pascual era y es una celebración de la acción salvadora de Dios. Quienes celebraban la comida pascual recordaban que Dios había rescatado milagrosamente al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto. El menú y las oraciones durante la comida son un recordatorio de la identidad de Israel como pueblo de Dios. El recordatorio implica algo más que traer el Éxodo a la mente. Los participantes en la comida recuerdan ellos mismos, que también son beneficiarios de la liberación divina, del mismo modo que lo fue la generación original del Éxodo. A través de la comida los participantes recuerdan que pertenecen al mismo pueblo que Dios rescató de la esclavitud de Egipto. Ellos se dan cuenta de que Dios continúa estando presente con ellos, como lo estuvo con sus antepasados. Cada comida pascual asocia a la nueva generación en la presencia divina y renueva su esperanza de que Dios cumplirá definitivamente su promesa de libertad.
Jesús toma esa comida tradicional y la reviste de un significado nuevo. Bendice el pan y el vino y dice a sus apóstoles que lo compartan como si fuera su propio cuerpo y sangre. Esto debió haber sido sorprendente, más aún chocante, para sus discípulos. Los judíos tenían prohibido comer carne con sangre, y la idea de comer carne humana les habría parecido tan extraña como a nosotros. Sin embargo, de esa manera, Jesús permite que sus discípulos conozcan que su muerte, la cual es inminente, será un medio de liberación —un sacrificio “para el perdón de los pecados” (26:28). Y les muestra que participarán de esa liberación del pecado y de la muerte, y que sellarán una nueva alianza —una relación más íntima y profunda— con Dios.
Dos veces durante la comida, Jesús predice la traición. Los apóstoles protestan diciendo que nunca traicionarán a Jesús. Tal como lo veremos, sus firmes convicciones, pronto se desmoronarán.
Preguntas para la vida
40 minutos
Escojan las preguntas de acuerdo a su tiempo e interés.
1 Los lamentos de los discípulos en Betania, señalando que la unción de Jesús era un derroche de recursos, apuntan hacia la tensión relativa a cómo debemos gastar nuestro tiempo y nuestro dinero. ¿Debemos dedicar tiempo a la oración o a servir a los demás? ¿Cuál es tu punto de vista?
2 Jesús muestra que conoce a sus discípulos mejor de lo que piensan. ¿Alguna vez has sido consciente de que Jesús tiene conocimiento de tu vida? ¿Cómo has respondido?
3 Jesús fue traicionado por un amigo. ¿Has experimentado alguna traición? ¿El perdón y la reconciliación son posibles después de una traición? ¿Cómo?
4 Jesús compartió la cena pascual en la casa de un conocido (26:18). Piensa que Jesús come en tu casa contigo y con los que viven contigo. ¿Cómo podría la conciencia de la presencia de Jesús junto a ustedes, mientras comen juntos, afectar la manera en que se relacionan entre ustedes?
5 A medida que pasa el tiempo, ¿cómo ha crecido tu aprecio por la eucaristía? ¿De qué manera el relato de Mateo sobre la Última Cena acrecentará tu aprecio de la Eucaristía?
6 ¿Cómo podrías pensar que los discípulos de Jesús entendieron lo que él estaba haciendo en la Última Cena? ¿Eso les ayudaría posteriormente a comprender
la Eucaristía? ¿Cómo podrías seguir progresando en la comprensión de lo que Jesús hace en la Eucaristía?
7 Para la reflexión personal: Jesús se comparte a sí mismo con sus discípulos en la Última Cena, aún cuando está consciente de su debilidad. ¿Qué luz arroja este dato sobre la relación de Jesús contigo? ¿Cómo podrías aproximarte a él en el sacramento?
“Debes estar preparado para compartir tus historias personales que se relacionen con las preguntas para dialogar”.
Stephen Arteburn, The Every Man Series Bible Studies
Orando con la Escritura
15 minutos
¡Utilicen este modelo o desarrollen uno propio!
? Relean 26:26–30 en voz alta. Dediquen unos momentos a la reflexión en silencio. El himno que Jesús y los apóstoles cantaron antes de caminar hacia el Monte de los Olivos (26:30) probablemente incluía los salmos 114–118, los cuales se cantan tradicionalmente después de la comida pascual. Oren juntos el salmo 118. Si todos tienen la misma traducción, pueden recitarlo juntos o dividirse en dos grupos y leer sucesivamente versos alternados. Si los participantes tienen traducciones diferentes, pídanle a un participante que proclame en voz alta el salmo para el grupo.
Santos en nuestro medio ambiente
Nunca más estaré solo
Esta sección es un suplemento para la lectura individual.Andre Dubus (1936–1999) era un ensayista y novelista norteamericano. Había nacido en Louisiana, y posteriormente fue parte de la infantería de Marina antes de que se estableciera y se dedicara a la escritura y enseñanza. Era famoso por sus relatos evocativos, profundamente espirituales, aunque en ocasiones un tanto ambiguos. La vida de Dubus cambió dramáticamente una noche en 1986 cuando estacionó su carro en una carretera para ayudar a dos motociclistas en problemas. Cuando estaban estacionados en el camino, pasó otro vehículo a gran velocidad y se impactó contra el grupo, quitando la vida a uno de los motociclistas y causando un daño tan severo a Dubus que quedó confinado a vivir en una silla de ruedas.
En sus múltiples ensayos, coleccionados en Broken Vessels (Vasijas rotas, disponible sólo en inglés) y Meditations from a Movable Chair (Meditaciones desde una silla movible, disponible sólo en inglés), Dubus reflexionaba sobre las limitaciones, la vida y la muerte, desde su fe católica. En “Bodily Misteries”, (Los misterios corporales, disponible sólo en inglés) reflexionaba sobre el regalo que Jesús hizo de sí mismo en la Última Cena y en cada celebración de la Eucaristía, tal como lo recordaba al participar en la Eucaristía.
Estaba escribiendo esto un miércoles. Los últimos cinco días habían sido desastrosos, había orado con desesperación, pidiendo la fortaleza, la esperanza, el amor y la gratitud. Esa mañana continuaba en contacto físico con Dios: fui a Misa y recibí la Eucaristía...
Esta mañana, luego de superar dos puertas para lograr entrar a la iglesia, estaba sentado en mi silla y miraba al sacerdote levantando el pan sin levadura, diciendo, “Esto es mi cuerpo”, y levantando el cáliz de vino, diciendo, “Esta es la sangre de la nueva alianza”... y la paz interior vino a mí, y sí, la felicidad también, porque ya no sería nunca más un cuerpo roto, aislado en mi silla. Yo estaba en mí, todo yo, en la plenitud del espíritu. El anciano que ayudaba al sacerdote me ofreció la Hostia, y la coloqué en mi boca, y me sentí en armonía con el anciano, el sacerdote, los comulgantes que caminaban al lado de mí y de mi silla para recibir la Eucaristía; era uno con todo mundo en el dolor, la alegría y la pasión, uno con el universo físico, con Cristo, con la dimensión atemporal del espíritu, el cual no tiene ni pasado, ni futuro, sino sólo presente; uno con Dios.