Introducción
No pasa un solo día sin que piense en Dios. Más que pensar, experimento la presencia de Dios en la mayoría de mis momentos de vigilia. Se trata de un sentimiento de contento y satisfacción que va más allá de lo que podría transmitir en un libro. He llegado a conocer la paz de espíritu en mi vida, y este conocimiento reduce la importancia de todas mis preocupaciones, problemas, logros y posesiones. En esta breve obra explicaré detalladamente diez principios para lograr el éxito y la paz interior, los cuales, si se dominan y se practican diariamente, guiarán también al lector hacia el logro de esa misma sensación de tranquilidad.
En las últimas tres décadas se me ha requerido a menudo para dar charlas en centros de secundaria y universidades. Con frecuencia mis lectores me alientan a escribir para los jóvenes que inician su periplo hacia la edad adulta, y a proporcionarles mis «secretos» para alcanzar el éxito y la felicidad.
Los diez secretos de este libro son precisamente aquello de lo que hablo o sobre lo que escribo cuando tengo la oportunidad de dirigirme a los jóvenes. No obstante, son también valiosos para cualquiera que haya decidido seguir conscientemente su trayectoria vital. Cada uno de nosotros toma esa decisión en función de su reloj personal. Para algunos, eso sucede en los primeros años de la edad adulta; para otros, en plena madurez. Los secretos se aplican tanto si uno acaba de iniciar su trayectoria vital como si se está acercando al final de ella, o si está en el camino sea como fuere.
La mayoría de los libros como este, al igual que ocurre en los discursos de graduación, subrayan la importancia del trabajo duro, la dedicación, la planificación financiera y las estrategias de relación; de elegir la profesión adecuada, escuchar a los mayores, ser respetuosos con las reglas establecidas, fijarse objetivos realistas, llevar una vida sana y hallarse en estado de gratitud. Son buenos consejos, y sin duda benefician a quienes deciden escuchar y aplicar este saber. Mi experiencia, sin embargo, no solo en toda una vida de profesor, sino también como padre de ocho hijos cuyas edades van desde los once hasta los treinta y tres años, es que este tipo de consejos por sí solos le llevan a uno a preguntarse: ¿y eso es todo?
Yo no voy a aconsejarle, pues, que se fije unos objetivos, se mate a trabajar, planifique su futuro financiero, nos escuche a nosotros los mayores, respete su cultura y demás. En realidad, yo casi siempre he seguido mis propios impulsos, pagando el precio que conlleva tomar el camino «menos transitado» y resistirse a la opinión dominante; de modo que sería una hipocresía que ahora le dijera que hiciera lo que yo le digo y que siguiera mis reglas. En lugar de ello, lo que aquí le ofrezco son diez secretos para permitir que su propio espíritu le guíe.
En mi experiencia trabajando con personas diversas durante varias décadas, he visto a demasiados individuos que escogen ser miembros anónimos del montón, sufriendo por ello un remordimiento interior que los lleva a sentirse fracasados, llenos de conflicto y resentimiento, y preguntándose cual es el sentido de la vida.
He escrito este libro, pues, con la esperanza de que le ayude a evitar esos sentimientos de incapacidad y a sentir la paz de Dios que verdaderamente define el éxito. Lea estos secretos con el corazón abierto: aplique los que hallen resonancia en su interior y descarte los que no lo hagan.
Cuando haya alcanzado la paz y el éxito, querrá propagar y transmitir su paz y su amor. La violencia, el odio, los prejuicios y una evaluación de nuestro mundo indican que nos queda mucho camino por recorrer antes de llegar a un mundo de paz interior y exterior.
Reciba mi amor y todo mi aliento.
WAYNE W DYER
PRIMER SECRETO
Tener una mente abierta a todo
y no apegada a nada
Quisiera decir lo que pienso y siento hoy, con
la condición de que quizá mañana lo contradiga todo.
RALPH WALDO EMERSON
Siempre albergo grandes esperanzas.
ROBERT FROST
Tener una mente abierta a todo y no apegada a nada parece fácil hasta que uno piensa en cuántos condicionamientos se han producido en su vida, y en cuantos de sus actuales pensamientos se han visto influidos por la geografía, las creencias religiosas de sus antepasados, el color de su piel, la forma de sus ojos, la orientación política de sus padres, su estatura, su sexo, las escuelas que le eligieron y la vocación de sus bisabuelos, por citar solo algunas posibilidades. Llegó usted aquí como un diminuto bebé capaz de un infinito número de potencialidades. Muchas de sus opciones permanecen aún inexploradas a causa de un programa de condicionamiento —es de esperar que bienintencionado— concebido para adaptarle a la cultura de quienes se hicieron cargo de su educación. Probablemente no tuvo usted casi ninguna oportunidad de discrepar con la configuración cultural y social hecha para su vida.
Puede que haya habido algunos adultos que le hayan alentado a tener una mente abierta; pero si es sincero con usted mismo, reconocerá que su filosofía vital, sus creencias religiosas, su manera de vestir y su lenguaje dependen de lo que su tribu (y su acervo) determinaron que era adecuado para usted. Si usted expresó su disconformidad pretendiendo ir en contra de este condicionamiento restablecido, probablemente oyó voces aún más fuertes exigiéndole que volviera a la fila y que hiciera las cosas «como se han hecho siempre». La noción de adaptarse reemplazó a la de tener una mente abierta a nuevas ideas.
Si sus padres, par ejemplo, eran judíos, es poco probable que le educaran para honrar y respetar la religión musulmana; y viceversa. Si sus padres eran de derechas, es poco probable que oyera usted ensalzar las virtudes de los partidos de izquierdas. Cualesquiera que fuesen las razones que movieron a sus antepasados a no tener una mente abierta, lo cierto es que habitaban en un mundo mucho menos poblado que el nuestro. En el superpoblado mundo de hoy sencillamente no podemos seguir viviendo con los viejos estilos de cerrazón mental. Le animo a que abra su mente a todas las posibilidades, a resistirse a todos los intentos de encasillarle y a negarse a dejar que el pesimismo penetre en su conciencia. Me parece que tener una mente abierta a todo y no apegada a nada constituye uno de los principios mas básicos que puede adoptar para contribuir a la paz individual y mundial.
NADIE SABE LO SUFICIENTE PARA SER PESIMISTA
Busque la oportunidad de observar un diminuto brote verde surgiendo de una semilla. Cuando lo haga, perciba la maravilla que está viendo. Un famoso poeta llamado Rumi observaba: «Vende tu inteligencia y compra perplejidad». La escena de un retoño brotando representa el inicio de la vida. Nadie en este planeta tiene siquiera el menor indicio de cómo ocurre eso. ¿Qué es esa chispa creadora que hace brotar la vida? ¿Qué es lo que ha creado al observador, la conciencia, la observación y la propia percepción? La lista de preguntas sería interminable.
Hace cierto tiempo, los terrícolas que trabajaban en el programa espacial movían un diminuto vehículo sobre la superficie de Marte por control remoto. Una serie de señales invisibles, que tardaban diez minutos en viajar a través del espacio, al llegar hacían girar y ordenaban a una pala que recogiera y examinara unos cuantos bienes raíces marcianos. Todos nosotros nos maravillamos ante aquellas hazañas tecnológicas. Pero piense en ello por un momento. En un universo infinito, viajar a Marte, nuestro vecino más próximo, equivale a recorrer una milmillonésima de milímetro en la página que está leyendo en este momento. Así pues, logramos mover un pequeño vehículo en el planeta de al lado, ¡y ya nos sentimos impresionados por nuestro logro!
Pero hay miles de millones de planetas, estrellas y objetos diversos solo en nuestra galaxia, mientras que fuera de ella existen miles de millones de galaxias. Somos una mota en un universo incomprensiblemente inmenso que no tiene límite. Piense en ello: si encontráramos ese límite, ¿sería una pared en el borde del universo? De ser así, ¿quién la habría construido? Y, lo que resulta aún más desconcertante: ¿que habría al otro lado de esa pared y qué grosor tendría?
¿Cómo puede alguien ser pesimista en un mundo del que sabemos tan poco? Un corazón empieza a latir en el útero de una madre unas semanas después de la concepción, y ese hecho constituye un absoluto misterio para todos los habitantes de nuestro planeta. En comparación con todo lo que hay que saber, no somas más que embriones. Téngalo en cuenta cuando se tropiece con quienes están absolutamente seguros de que hay solo una única manera de hacer algo.
Resístase al pesimismo. Resista con todas sus fuerzas, puesto que apenas sabemos nada en absoluto en comparado con todo lo que hay que saber. ¿Puede imaginar lo que un pesimista que vivió hace solo doscientos años pensaría del mundo en que vivimos? Aviones, electricidad, automóviles, televisión, control remoto, internet, faxes, teléfonos, móviles... Y todo ello gracias a esa chispa de apertura mental que permitió florecer el progreso, el crecimiento y la creatividad.
¿Y qué hay del futuro y de todos sus mañanas? ¿Puede imaginarse enviándose a sí mismo por fax al siglo XIV, volando sin maquinas, comunicándose telepáticamente, desmolecularizándose y reapareciendo en otra galaxia, o clonando una oveja a partir de la fotografía de una oveja? Una mente abierta le permite explorar, crear y crecer. Una mente cerrada bloquea herméticamente cualquiera de esas explicaciones creativas. Recuerde que el progreso resultaría imposible si hiciéramos invariablemente las cosas como siempre las hemos hecho. La capacidad de participar en milagros —verdaderos milagros en nuestra vida— se da cuando abrimos la mente a nuestro ilimitado potencial.
LA PREDISPOSICIÓN MENTAL AL MILAGRO
No se permita a sí mismo tener bajas expectativas en relación a lo que es usted capaz de crear. Como indicaba Miguel Ángel, el mayor peligro no es que sus esperanzas resulten demasiado ambiciosas y no logre alcanzarlas, sino que resulten demasiado modestas y sí lo logre. Mantenga en su interior una imaginaria vela encendida que arda vivamente con independencia de lo que se encuentre frente a sí. Deje que esa llama interior represente para usted la idea de que es capaz de obrar milagros en su vida.
En todos y cada uno de los casos en los que una persona experimenta una curación espontánea o supera algo que se consideraba imposible de superar, el individuo pasa por una completa inversión de su personalidad. De hecho, reescribe su propio contrato con la realidad. Para experimentar milagros espontáneos de cariz divino, primero uno debe verse a sí mismo como un ser divino. Dicen las escrituras: «Con Dios son posibles todas las casas». Dígame, entonces, que puede escapar a esa norma. Una mente abierta a todo equivale a ser pacífico, irradiar amor, practicar el perdón, ser generoso, respetar toda forma de vida y, lo más importante, visualizarse a uno mismo como capaz de hacer todo aquello que pueda concebir en su mente y en su corazón. Cualquiera que sea la ley universal utilizada para obrar un milagro en cualquier lugar, en cualquier época y en cualquier persona, sigue estando vigente. Jamás ha sido abolida, ni lo será nunca. Usted posee la misma energía, la misma conciencia de Dios, para ser un artífice del milagro; pero solo si realmente lo cree y lo sabe en su interior.
Comprenda que aquello que usted piensa, se expande («Tal como un hombre piensa, así es»). Si sus pensamientos están llenos de dudas y tiene una mente cerrada, usted actuará necesariamente en función de esas dudas y de esa cerrazón, y verá evidencias de su pensamiento prácticamente en todos los lugares donde se halle. Por el contrario, debería decidir (no se equivoque en eso: es una elección) tener una mente abierta a todo; entonces actuará en función de esa energía interior, y será el creador así como el receptor de milagros dondequiera que este. Experimentará lo que Walt Whitman quería decir cuando escribió: «Para mí, cada centímetro cúbico de espacio es un milagro».
QUÉ SIGNIFICA ESTAR ABIERTO A TODO
Todo significa exactamente eso. Sin excepciones. Cuando alguien le plantea algo que entra en conflicto con su condicionamiento, en lugar de responder: «¡Eso es ridículo!; todos sabemos que es imposible», diga: «Nunca había considerado antes esa posibilidad. Pensaré en ello». Ábrase a las ideas espirituales de todas las personas, y escuche con mente abierta los proyectos e ideas más disparatados, aunque al principio parezcan escandalosos. Si alguien plantea que los cristales pueden curar las hemorroides, que las plantas medicinales pueden reducir el colesterol, que a la larga la gente será capaz de respirar bajo el agua, o que la levitación es posible, escuche, y sea curioso.