Synopses & Reviews
Capí tulo Uno El Valle de los Yetis
Tensing, el monje budista, y su discí pulo, el prí ncipe Dil Bahadur, habí an escalado durante dí as las altas cumbres al norte del Himalaya, la regió n de los hielos eternos, donde só lo unos pocos lamas han puesto los pies a lo largo de la historia. Ninguno de los dos contaba las horas, porque el tiempo no les interesaba. El calendario es un invento humano; el tiempo a nivel espiritual no existe, le habí a enseñ ado el maestro a su alumno.
Para ellos lo importante era la travesí a, que el joven realizaba por primera vez. El monje recordaba haberla hecho en una vida anterior, pero esos recuerdos eran algo confusos. Se guiaban por las indicaciones de un pergamino y se orientaban por las estrellas, en un terreno donde incluso en verano imperaban condiciones muy duras. La temperatura de varios grados bajo cero era soportable só lo durante un par de meses al añ o, cuando no azotaban fatí dicas tormentas.
Aun bajo cielos despejados, el frí o era intenso. Vestí an tú nicas de lana y á speros mantos de piel de yak. En los pies llevaban botas de cuero del mismo animal, con el pelo hacia adentro y el exterior impermeabilizado con grasa. Poní an cuidado en cada paso, porque un resbaló n en el hielo significaba que podí an rodar centenares de metros a los profundos precipicios que, como hachazos de Dios, cortaban los montes.
Contra el cielo de un azul intenso, destacaban las luminosas cimas nevadas de los montes, por donde los viajeros avanzaban sin prisa, porque a esa altura no tení an suficiente oxí geno. Descansaban con frecuencia, paraque los pulmones se acostumbraran. Les dolí a el pecho, los oí dos y la cabeza; sufrí an ná useas y fatiga, pero ninguno de los dos mencionaba esas debilidades del cuerpo; se limitaban a controlar la respiració n, para sacarle el má ximo de provecho a cada bocanada de aire.
Iban en busca de aquellas raras plantas que só lo se encuentran en el gé lido Valle de los Yetis, y que eran fundamentales para preparar lociones y bá lsamos medicinales. Si sobreviví an a los peligros del viaje, podí an considerarse iniciados, ya que su cará cter se templarí a como el acero. La voluntad y el valor eran puestos a prueba muchas veces durante esa travesí a. El discí pulo necesitarí a ambas virtudes, voluntad y valor, para realizar la tarea que le esperaba en la vida. Por eso su nombre era Dil Bahadur, que quiere decir « corazó n valiente» en la lengua del Reino Prohibido. El viaje al Valle de los Yetis era una de las ú ltimas etapas del duro entrenamiento que el prí ncipe habí a recibido por doce añ os.
El joven no conocí a la verdadera razó n del viaje, que era má s importante que las plantas curativas o su iniciació n como lama superior. Su maestro no podí a revelá rsela, tal como no podí a hablarle de muchas otras cosas. Su papel era guiar al prí ncipe en cada etapa de su largo aprendizaje, debí a fortalecer su cuerpo y su cará cter, cultivar su mente y poner a prueba una y otra vez la calidad de su espí ritu. Dil Bahadur descubrirí a la razó n del viaje al Valle de los Yetis má s tarde, cuando se encontraraante la prodigiosa estatua del Dragó n de Oro.
Tensing y Dil Bahadur cargaban en las espaldas bultos con sus mantas, el cereal y la manteca de yak indispensables para subsistir. Enrolladas a la cintura llevaban cuerdas de pelo de yak, que les serví an para escalar, y en la mano un bastó n largo y firme, como una pé rtiga, que empleaban para apoyarse, para defenderse, en caso de ser atacados, y para montar una improvisada tienda en la noche. Tambié n lo usaban para probar la profundidad y la firmeza del terreno antes de pisar en aquellos sitios donde, de acuerdo a su experiencia, la nieve fresca solí a cubrir huecos profundos. Con frecuencia enfrentaban grietas que, si no podí an saltar, los obligaban a hacer largos desví os. A veces, para evitar horas de camino, colocaban la pé rtiga de un lado al otro del precipicio y, una vez seguros de que se sostení a con firmeza en ambos extremos, se atreví an a pisarla y brincar al otro lado, nunca má s de un paso, porque las posibilidades de rodar al vací o eran muchas. Lo hací an sin pensar, con la mente en blanco, confiando en la habilidad de sus cuerpos, el instinto y la buena suerte, porque, si se detení an a calcular los movimientos, no podí an hacerlo. Cuando la grieta era má s ancha que el largo del palo aseguraban una cuerda a una roca alta, luego uno de los dos se ataba el otro extremo de la cuerda a la cintura, se daba impulso y saltaba, oscilando como un pé ndulo, hasta alcanzar la otra orilla. El joven discí pulo, quien poseí a gran resistencia y coraje ante el peligro, siempre vacilaba en el momento de usar cualquiera de estosmé todos.
Habí an llegado a uno de esos despeñ aderos y el lama estaba buscando el sitio má s adecuado para cruzar. El joven cerró brevemente los ojos, elevando una plegaria. -¿ Temes morir, Dil Bahadur? -inquirió sonriendo Tensing. -No, honorable maestro. El momento de mi muerte está escrito en mi destino antes de mi nacimiento. Moriré cuando haya concluido mi trabajo en esta reencarnació n y mi espí ritu esté listo para volar; pero temo partirme todos los huesos y quedar vivo allá abajo -re-plicó el joven señ alando el impresionante precipicio que se abrí a ante sus pies. -Posiblemente eso serí a un inconveniente ... -concedió el lama de buen humor-. Si abres la mente y el corazó n, esto te parecerá má s fá cil -agregó .
-¿ Qué harí a usted si me caigo al barranco? -Llegado el caso, tal vez tendrí a que pensarlo. Por el momento mis pensamientos está n distraí dos en otras cosas.
-¿ Puedo saber en qué, maestro?
-En la belleza del panorama -replicó, señ alando la interminable cadena de montañ as, la blancura inmaculada de la nieve, el cielo resplandeciente ...
Synopsis
El Reino del Dragón de Oro
No han transcurrido muchos meses desde que el joven Alexander Cold se internara con su abuela en el corazón del Amazonas en busca de su legendaria Bestia. En esta ocasión, la reportera Kate Cold acompaña a su nieto y a la mejor amiga de él, Nadia, junto con los fotógrafos de International Geographic, en un viaje a otro remoto rincón del mundo. La misión del equipo es adentrarse en un reino prohibido, oculto en los picos helados del Himalaya, y localizar el legendario dragón de oro, una estatua sagrada y oráculo invaluable capaz de presagiar el futuro del reino.
En su carrera para llegar a la estatua antes de que sea destruida por la avaricia de un intruso, Alexander y Nadia deben usar el poder ilimitado de sus espíritus animales totémicos: Jaguar y Águila. Con la ayuda de un sabio monje budista y su joven discípulo real, y de una feroz tribu de guerreros Yeti, Alexander y Nadia luchan intrépidamente para proteger el sagrado reinado del dragón dorado.
Una vez más, Isabel Allende guía a los lectores en un fabuloso viaje colmado de suspenso, magia y asombrosas aventuras en esta fascinante continuación de La Ciudad de las Bestias.
About the Author
Isabel Allende is the bestselling author of eleven works of fiction, four memoirs, and three young- adult novels, which have been translated into more than twenty-seven languages with over 57 million copies sold. In 2004 she was inducted into the American Academy of Arts and Letters. She received the Hans Christian Andersen Literature Award in 2012. Born in Peru and raised in Chile, she lives in California.
Nacida en Perú y criada en Chile, Isabel Allende es la autora de nueve novelas incluyendo más recientemente Zorro, Retrato en Sepia, Hija de la Fortuna e Inés del Alma Mía. También ha escrito cuentos cortos, tres libros autobiográficos incluyendo Mi País Inventado y Paula, y una trilogía de libros para jóvenes. Sus libros han sido traducidos a más de 27 idiomas y son bestsellers a través del mundo entero. En 2004, fue nombrada a la Academia de Artes y Letras de los Estados Unidos. Vive en California.